El proyecto que presentamos al concurso para la Fundación de Arquitectura contemporánea y la manzana de San Pablo, en Córdoba, aborda, en la propia configuración morfológica del edificio, los tres elementos centrales a los que había que dar respuesta: ser sede de la fundación, configurarse en puerta de entrada a la manzana y establecer un nexo claro entre los vestigios del pasado que se encuentran en el subsuelo a un lado y a otro del mismo.
La sección se constituye en el instrumento fundamental para dar respuesta a todos estos factores y permite establecer un diálogo fructífero tanto con el templo romano, al otro lado de la calle, como con el interior de la manzana. La diferencia de cota entre los espacios públicos, los diferentes niveles a los que se encuentran los restos arqueológicos, la relación entre el programa de la fundación y el hecho de constituirse en acceso a la manzana y, por tanto, a otros equipamientos... son cuestiones que se resuelven proyectando un edificio que ancla el presente al pasado, el exterior con el interior y lo público con lo privado.
El nivel más bajo se establece a la cota inferior de los restos arqueológicos existentes y ha de permitir, en el futuro, el acceso a los mismos. El siguiente nivel sitúa el nuevo auditorio a la cota del circo romano. Un tercer nivel relaciona la calle y el interior de manzana, enmarcando el templo a través de un gran pórtico y acogiendo la recepción, la librería y la cafetería de la Fundación. En la primera planta sobre rasante se desarrollan las actividades culturales y de exposición de la sede, con privilegiada visión del templo al nivel de la base de sus columnas. La última planta alberga las oficinas de la Fundación y, por encima de ella, una terraza accesible ofrece una excepcional vista a nivel de los capiteles del templo.
Esta manera de anclarse en el contexto y establecer relaciones con él define unos itinerarios urbanos destinados a fertilizar las potencialidades del conjunto de la manzana de San Pablo. El edificio se convierte por sí mismo en la oportunidad idónea para transformar el interior de la manzana en parte activa del tejido de la ciudad, reclamando su atención y animando la escena urbana, en una suerte de simbiosis cultural entre los programas.
La condición de puerta que adopta el edificio, acorde con su escala urbana, su carácter de calle y su voluntad de encuadrar visualmente el templo, no merma su capacidad de relación con la arquitectura colindante. El juego de huecos de marcada verticalidad, el predominio de los macizos, los materiales puestos en juego en la fachada (enfoscado pintado de blanco y zócalo de piedra de mina negra) o el diálogo que se establece entre las cornisas, reflejan la naturaleza respetuosa e integrada, pero no mimética, de esta nueva arquitectura construida en pleno casco histórico.
El proyecto para la manzana de San Pablo asume los restos arqueológicos y la vida cultural como dos aspectos que se potencian mutuamente. El proyecto para el espacio libre del interior de manzana no debe otra cosa que dar unidad a una serie de edificios de indudable interés cultural, histórico y arqueológico que, a pesar de su proximidad, hoy aparecen dispersos, reclamando atención sobre su potencial relación. Y para ello debe relacionar cada uno de los edificios sin establecer jerarquías, dando protagonismo a la edificación en sí misma. El pavimento, una serie de ondas que emanan de los centros de actividad, deviene así un manto cuyo juego geométrico relaciona las partes de manera sutil.