Inserción urbana y voluntad social.
La
plaza de las Glorias catalanas sigue su camino para convertirse, finalmente, en
el centro de la nueva Barcelona que Cerdá soñaba. Y en este proceso, los nuevos
equipamientos residenciales –de carácter fuertemente social- son un paso
significativo para definir el carácter de un
nuevo centro urbano con clara consciencia ciudadana que se añade a las
operaciones en marcha para la pacificación del tránsito y la creación del nuevo
gran parque.
Los
nuevos edificios tendrán que ser, por tanto, modestos y significativos al mismo tiempo, integrados en la trama
de l’Eixample –del cual constituyen fachada y remate- pero representativos de
los valores que se quiere otorgar al nuevo centro urbano. Han de constituir una
emanación de una amplia diversidad de residentes que, lejos de subrayar las
diferencias, integre su multiplicidad y les dé igualdad de tratamiento, con un
potente concepto ecológico que cree oportunidades para la convivencia y ponga
el acento en todo aquello que puedan compartir.
Se
propone pues un conjunto singular
constituido por partes diversas, cada una con su propia identidad, reunidas
bajo un mismo techo, que permite establecer grados variables de relación entre
los usuarios y facilita la vida común. Un conjunto sin diferencias
significativas entre la parte que ha de ser desarrollada por promotores
privados y la parte pública y que, además, otorga a ésta el lugar preeminente.
Un conjunto que, de la misma manera que han sido desarrolladas muchas de las
manzanas del Eixample, mantendrá su coherencia global pese a ser llevado a
término por manos y fases diversas.
Techo y terrado. Imagen y alma.
Este
techo que da cobijo a la vida colectiva
se constituye en la imagen que ayuda a identificar el nuevo conjunto. Y esta
vida colectiva es precisamente lo que lo define.
Las
manzanas del Eixample acostumbran a ser rotundas, con alineaciones de fachada
que establecen una clara diferencia entre lo que es el ámbito público –la
calle- y lo que es el ámbito privado –las viviendas-, con unos bajos
comerciales donde ambos se relacionan. Por su parte, tanto el reciente mercado
de los Encants como el proyecto del nuevo parque de Glorias hacen del techo la
referencia a partir de la cual se articulan los espacios de actividad; un techo
de espejo, en el primer caso, y un techo verde, en el segundo.
El
proyecto se nutre de todos estos elementos y los integra en un conjunto que
adquiere la altura estándar de las manzanas del Eixample. Al nivel en el cual
habitualmente se encuentran los terrados de los edificios, se sitúa la
verdadera alma del proyecto: un
espacio colectivo donde desarrollar la vida compartida que recupera el espíritu
que alimentaba precisamente los terrados de la ciudad. Un espacio donde
encontrase, donde realizar actividades conjuntas, donde los niños pueden jugar,
donde tener unos pequeños huertos… Un espacio, además, con unas vistas
extraordinarias tanto hacia el entorno inmediato como hacia puntos alejados de
la ciudad; unas vistas que pocas viviendas sociales inseridas en la trama
urbana pueden ofrecer a sus residentes.
Sobre
este terrado se sitúa el techo del conjunto, que no sólo complementa el
programa residencial a desarrollar sino que da continuidad a la “canopia” del
futuro parque y se constituye en fuente de generación de electricidad para
satisfacer las necesidades energéticas comunes.
Espacios de convivencia y espacios de transición.
Si el terrado es el espacio semiprivado que promueve los intercambios entre los residentes en el edificio, la planta más cercana a la calle es el espacio semipúblico destinado a facilitar la relación entre éstos y el resto de ciudadanos. Rompiendo la rígida división entre público y privado de las fachadas del Eixample, este nivel se abre hacia el cruce entre la Gran Vía y la calle de Ribes y facilita la incorporación de la vida ciudadana.
Prestando
atención a las condiciones topográficas del entorno, se crea un espacio
totalmente accesible que puede ser
cruzado en diversas direcciones –al menos en horario diurno-, facilitando la
permeabilidad entre la ciudad, el parque y los Encants; un espacio desde el
cual se accede a las escaleras de las viviendas, donde pueden disponerse
elementos protegidos para aparcar las bicicletas de los residentes y con fácil
acceso a los comercios.
Espacios privados, espacios flexibles.
La
elevada densidad del nuevo conjunto residencial ha de ser compatible con la
garantía de buenas condiciones climáticas para todas sus partes y por
eso la dimensión de la crujía adoptada optimiza las condiciones de las
viviendas y las dota de generosos espacios entre ellas.
Por
su parte, el módulo divisorio que organiza las viviendas y la disposición que
adoptan los núcleos de servicios permiten garantizar tanto sus correctas
condiciones de iluminación y asoleo como la máxima flexibilidad en su distribución, de manera que no haya jerarquías
prefijadas entre las diversas piezas y puedan acomodarse tanto a las variadas necesidades
e intereses de sus usuarios como a sus condiciones cambiantes a lo largo del
tiempo.
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