Mientras que mi web professional muestra las obras de mi despacho como arquitecto, este blog recopila documentación sobre una serie de actividades que desarrollo en paralelo a él. El ejercicio internacional de la profesión, las entidades entorno a las que se organizan los arquitectos o la reflexión sobre los modos de intervención en la ciudad constituyen los principales puntos de atención, al tiempo que se facilita el acceso a una serie de enlaces relacionados.

el caos de los concursos de arquitectura

El acceso a los encargos de la Administración pública en España es un campo minado para los arquitectos y la sociedad. Y la Ley de contractos de la Administración pública uno de los elementos más denostados por nuestra profesión. Con todo, y pese a que la ley es sin duda mejorable, las dificultades del modelo español de concursos no radican tanto en ella misma como en la manera en que se aplica.

A la hora de definir los pliegos de condiciones para las licitaciones, los problemas pueden seguramente agruparse en dos grandes grupos. Uno es de carácter conceptual y tiene que ver con la confusión en los objetivos que se pretenden satisfacer y las prescripciones que se derivan de dichos objetivos. El otro es de carácter práctico y responde a eso tan nuestro de “cada maestrillo tiene su librillo”.

A menudo no se sabe qué es lo que pretende una determinada administración en el momento de poner en marcha el proceso de contratación. ¿Se trata de encontrar al mejor técnico (o el mejor equipo técnico) para llevar adelante el encargo? ¿O se trata de encontrar el mejor proyecto para dar respuesta a él? Sin duda, aunque pueda parecerlo, no son la misma cosa. Los requerimientos generales del contrato de consultoría, asistencia o servicios podrían dar satisfacción a lo primero, los requerimientos específicos del concurso de proyectos permitirían lo segundo. Lamentablemente las licitaciones que se ponen en marcha son a menudo híbridos sin sentido que acaban por elevar sin ninguna lógica los requerimientos a los participantes. Si se trata de escoger el mejor técnico, las referencias sobre trabajos realizados, los curricula de los miembros del equipo, los medios disponibles o la experiencia debieran bastar. Si se trata de conseguir el mejor proyecto, es la valoración estricta de éste la que debiera contar; las referencias, la experiencia o los medios disponibles sólo debieran servir en este caso para asegurarse de que se cumplen los mínimos de cualificación necesarios, no para competir con la valoración del proyecto en sí mismo. Una vez aceptados a presentar un proyecto, todos los concursantes debieran estar en igualdad de condiciones y el proyecto como tal ser el único elemento a valorar.

Esto nos lleva a otra cuestión directamente relacionada: la proporcionalidad entre los objetivos que se pretenden satisfacer y los requerimientos que se efectúan. En este sentido, las peticiones de la Administración suelen ser simplemente desmesuradas. ¿Quieren las administraciones al arquitecto más adecuado para solucionar el encargo que tienen entre manos? ¿O quieren en cualquier caso al mejor arquitecto del mundo sea cual sea el encargo a ejecutar y con independencia de las características del mismo? A menudo parece que las administraciones optan sin pensárselo por lo segundo, con la consiguiente inflación de requerimientos en absoluto proporcionados al objeto del concurso. ¡Ha llegado a haber casos en los que se ha podido constatar que ninguno de los arquitectos colegiados en la comunidad donde se desarrollaba la licitación había jamás visado el volumen de obra del tipo que se requería para participar!

Las consecuencias de esta confusión en los objetivos de la licitación los conocemos todos: peticiones de solvencia excesivas, garantías innecesarias, valoración desproporcionada de la oferta económica, jurados de proyectos constituidos por personas cuyos conocimientos en arquitectura resultan poco fiables, fallos débilmente justificados y escasamente publicitados, ...

El batiburrillo de modelos de pliegos que cada administración se saca de la manga es la otra cara del problema. Parece que sea imprescindible reinventar la rueda a cada ocasión y que, en aras de su respectiva autonomía, se pueda violentar de manera tan flagrante el principio que obliga al uso racional de los recursos disponibles y a evitar su dispendio. Hay infinidad de pliegos que, aún siendo parecidos, nunca son totalmente iguales. La administración parece tener alergia a utilizar modelos comunes y, en consecuencia, los arquitectos se ven obligados a rehacer una y otra vez los documentos a presentar. Las situaciones acaban siendo esperpénticas: cuando se ha preparado la presentación de un proyecto en din a3 hay que modificarlo a din a4 para el siguiente concurso; si se ha preparado en 4 hojas, para la siguiente casi seguro que hará falta reducirlo a 3; habrá datos que incluir en un caso y suprimir en otro. ¡Hasta la tipografía y el cuerpo de letra se determinan a veces! 

Una sociedad cuya Administración pública dedica (y obliga a dedicar) tanto tiempo, esfuerzo y recursos a cuestiones tan banales, no puede en ningún caso ser competitiva.

A estos dos grandes bloques de problemas habría que añadir un tercero: la total falta de valor que la Administración pública otorga al trabajo de los arquitectos y la propiedad intelectual inherente. No está bien bajar música o películas de internet sin pagar porque detrás hay autores cuya creatividad hay que considerar, pero tener a miles (literalmente miles) de arquitectos elaborando proyectos que no tienen contraprestación económica parece que sí se puede. El doble rasero de nuestra administración resulta evidente y temerariamente inmoral. No olvidemos que la propia ley menciona los pagos a los participantes al definir los concursos de proyectos (sin hacerlos lamentablemente obligatorios). En el espíritu del legislador estaba presente, por tanto, la necesidad de tomar este aspecto en consideración. Pero a quien aplica la ley le resulta mucho más práctico, en términos económicos, olvidarse simplemente de esa referencia.

Nada de lo anterior es inevitable. La letanía según la cual “la ley nos obliga a hacerlo así” es simplemente falsa. La ley podría ser mejor, pero con la ley en la mano las cosas pueden hacerse de manera muy distinta. A fin de cuentas nuestra ley transpone una directiva europea a la que debe ajustarse, igual que lo han hecho todos los paises de nuestro entorno y, en ellos, a menudo la situación dista bastante de la nuestra.

Fijémonos en Francia, sin ir más lejos. Para empezar los umbrales a partir de los cuales la ley es de aplicación son mucho mayores; a nadie se le ocurre mobilizar a centenares de profesionales para proyectos que se pueden encargar de manera más racional. Y cuando se mobiliza a la profesión en general, se hace con reglas claras y unificadas. ¡Los modelos son virtualmente únicos para todo el país! de manera que los arquitectos no tienen que reelaborar cada vez la documentación para atenerse a peticiones inesperadas. Si lo que se busca es un técnico adecuado al objeto del encargo se lanza una llamamiento con requerimientos proporcionados al mismo y punto; nunca se le pide, además, que remita también un proyecto. Y si lo que se quiere es disponer del mejor proyecto, se escoge a los equipos que se estima más adecuados sin peticiones previas desorbitadas y se les remunera la presentación del mismo. ¡A ninguna administración en Francia se le ocurre actuar de otra manera y no compensar la presentación de proyectos a concurso!

El problema es por tanto de modelos, de clarificar la finalidad de cada licitación, definir con precisión qué tipo de concursos es oportuno realizar y establecer en cada caso mecanismos proporcionados al objeto. Y el problema es también de pedagogía, voluntad política y capacidad de negociación. La Administración se desbocó desde el primer momento en la aplicación de esta ley y ninguna organización profesional ha tenido la suficiente autoridad para imponer su voz y reconducir los hechos.

Ojalá los debates en estos momentos en curso sirvan para reorientar la gestión de unas licitaciones cuya deriva actual no sólo perjudica a la profesión de arquitecto sino también, aunque muchos no quieran verlo, a la sociedad a la que pretenden servir.


19 comentarios:

  1. Entiendo que hay tres grandes tipos de concursos:

    1. Concurso de ideas, abierto.
    2. Concurso de ideas, por invitación
    3. Concurso de proyecto, condicionado

    Los primeros están abiertos a cualquier participante, los segundos son limitados a arquitectos "de relumbrón", que normalmente asisten por invitación y los terceros son los convocados por las administraciones públicas cuando no tienen mas remedio (cuando exceden del límite económico que permite una contratación por el procedimiento negociado sin publicidad).

    Ni del primero o del segundo creo necesario dar mi opinión, puesto que MA ya ha escrito suficiente y bien sobre el asunto en otro debate y coincido con sus observaciones, así que me voy a ceñir al tercer tipo de concursos, que son lo que a mi me interesan.

    El concurso de proyecto está regulado por la Ley de Contratos con las Administraciones Públicas, así que en principio debe entenderse como el único medio que dispone la administración para contratar la redacción de proyectos y direcciones de obra de arquitectura. A mi me parece que es la mejor forma de contratar si, efectivamente, se mantienen los criterios de transparencia, competencia y capacidad que se supone deben regir en todo el proceso.

    Puede haber picaresca, sin duda, pero creo que los funcionarios que evalúan los trabajos según baremos establecidos cada vez se cuidan mas de no complicarse la vida.

    El precio es un factor fundamental; en muchos concursos pondera el 50% o mas del baremo de adjudicación, pero no menos importante es el currículum en trabajos similares y el presupuesto de trabajos realizados, y ahí si juega a favor una trayectoria profesional sólida.

    MA pregunta sobre la sostenibilidad del sistema y yo creo que debe ser necesariamente sostenible. El profesional debe optar a concursar en aquellas convocatorias en las que por trayectoria y curriculum pueda ser competitivo frente al resto de interesados; del resto de los trabajos debería ir olvidándose (insisto, si quiere que el sistema sea sostenible para el).

    Por ejemplo: Yo puedo optar con ventaja en un concurso para la rehabilitación del patrimonio, por ejemplo, pero no tengo nada que hacer en el área de arquitectura hospitalaria. Los recursos que asigne a preparar un concurso en las primeras áreas estarán bien empleados, y si los dedico a un concurso del otro tipo estaré perdiendo el tiempo y el dinero.

    Manuel Bouzas Cavada

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  2. En otro foro he dividido los concursos de arquitectura en dos grupos, los que se pueden llamar "de lucimiento" y los que se pueden llamar "de comer", a mí también me interesa más el debate sobre los segundos, que son los que hacemos en el estudio, ya que no pertenecemos a las élites profesionales que se pueden dedicar a los primeros, somos como la gran mayoría, arquitectos que amamos nuestra profesión, que queremos hacer bien nuestro trabajo y a ser posible que se nos remunere adecuadamante.

    Cuando me refería a la "sostenibilidad" del sistema iba por varios caminos, uno de ellos es el que apunta Javier en su intervención, y él sabe muy bien de lo que está hablando, ¡200 ofertas de equipos de arquitectos para un encargo!, hay que pensar que en esas 200 ofertas de equipos hay en torno a unos 500 arquitectos o más trabajando.

    Es un escarnio tener a 500 profesionales trabajando de balde para que solo un equipo consiga el encargo, aunque yo comprendo que la Administración tiene que adaptarse a lo establecido en la Ley, ¿pero y nosotros? Me pregunto por cuánto tiempo seremos capaces de aguantar esta situación.

    Por la experiencia de mi estudio, conseguimos un encargo por entre de 15 a 20 concursos presentados, comentado con otros compañeros la cifra es aproximadamente la misma, de modo que deberíamos compensar con el concurso ganado los gastos en que hemos incurrido en los 15 ó 20 anteriores, pero la realidad es que cuando se hechan cuentas, con los tipos tan bajos a los que se convocan los concursos, y las bajas tan tremendas que hay que hacer, que superan el 35% y que en algunos casos llegan al 40 ó 50 %, con los proyectos tan completos que se nos exigen (y esto me parecería bien si se pagara por ello), las cuentas no salen, al final no solo no se recupera nada de los anteriores concursos sino que en el que has ganado pierdes dinero.

    A esto le llamo yo la maldición del gitano arquitecto: "Concursos hagas y los ganes..."

    ¿Estamos locos los arquitectos en España? ¿Porqué a pesar de todo nos empeñamos en darnos cabezazos contra esta piedra?

    Miguel Ángel Álvarez Pérez

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  3. ¿Porqué a pesar de todo nos empeñamos en darnos cabezazos contra esta piedra?
    Pues porque es la única forma de poder trabajar para la administración pública, el mayor cliente de este país.

    Manuel Bouzas Cavada

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  4. Llevo 18 años de profesión. Todas mis obras han nacido de un concurso para las diversas administraciones. Todo se ha ido complicando pero, desde hace unos años esta situación es insostenible:
    1. Dadas las circunstancias, ya no estamos sólo los "concurseros". También han venido todos los que siempre han vivido de encargos particulares. Hemos pasado de concursar 10 a 50 o incluso 100.
    2. En la actualidad, es necesario sentar a un abogado al lado para cumplimentar con ciertas garantías los Pliegos Administrativos. Somos arquitectos no interpretadores de pliegos malditos, cada uno con sus propias condiciones y términos imprecisos.
    3. Se nos vilipendia en las bases. Se nos pone una zanahoria y corremos detrás de ella, pensándonos capaces de superar a todos nuestros competidores.
    4. Los Colegios (o por lo menos el mío) no marcan los límites en defensa de todos nosotros. Les puede más vanagloriarse de ser invitados a formar parte de un jurado.

    Siempre he enfocado los concursos como una lotería. El billete cuesta un mes de esfuerzo. Si quieres juegas. Pero ya no merece la pena como decía MA. El porcentaje de posibilidad de éxito es bajísimo.

    El colmo de hacia dónde nos hundimos es el de la Gran Vía de Madrid. Concurso diciendo que no se va a realizar. Encima, en lugar de premiar a uno, se decide a posteriori, repartir todo lo previsto en premios entre todos los participantes. Migajas para "agradecer" el esfuerzo a los arquitectos. Y nadie dice nada.

    Concluyo. En el último concurso que nos presentamos, había un primer premio (proyecto y dirección) y cuatro premios más. ¿Cómo puede tener el jurado la poca vergüenza de dejar desierto el tercer premio? No puedo creerme que entre las más de 20 propuestas no hubiera alguna que mereciese esa "compensación". Yo lo interpreto como una falta de respeto al esfuerzo y el trabajo. ¿Cómo es posible que los compañeros presentes en el jurado no dieran un paso adelante? Miedo.

    Ya perdonaréis. Es la primera vez que escribo pero este tema de los concursos me enciende.

    Juan Gayarre

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  5. Nada que perdonar... es la triste realidad. Hemos sido y somos, en muchos temas clave, nuestro peor enemigo.

    Ana Marco Arce

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  6. No vale con solucionar "problemillas" para que los concursos no sean una pelea por precio, con bajadas escandalosas, ni basta con solucionar ciertos abusos.

    Hay que aspirar a que la contratación pública se realice con JUSTICIA.
    Igualdad real de oportunidades. Les recuerdo señores que el sistema anterior a la bajada de precio era muy deficiente, injusto y a veces pseudo mafioso. A más de uno le ha fastidiado que le hayan reventado el pesebre que tenía montado.
    No, no quiero los concursos de antes.
    Quiero Transparencia...que gane el mas adecuado...que gane el mejor...de verdad...etc.

    No existe el mejor arquitecto, existen muchos mejores arquitectos.

    recordais aquello, de "hacienda somos todos"...todos somos la administración, no es de los políticos ni de los funcionarios.
    La administración debe moverse sólo por el interés de sus administrados y debe hacerlo según la constitución. La arquitectura ejerce una función social absolutamente necesaria para mejorar la vida de los ciudadanos.
    Que nos exijan la mejor arquitectura, que nos exijan que esté adecuada a las necesidades y valores del nuestro tiempo. Que nos exijan que aportemos valor a la sociedad.
    y nosotros deberemos exigirnos lo mismo.

    VALORES, tenemos valores y exigimos soluciones a su altura.
    Sentemos en una mesa al ministro que corresponda y exijamos una solución que sea aceptable para todas las partes implicadas.
    Y si hay que trabajar dos años en ello, se trabaja.
    un problema = una solución

    José Javier Quintana

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  7. Propongo mirar en otros campos:
    dejo caer unas ideas...
    concursos de constructoras, como funcionan...(JB, JC)
    leyes de contratación de las administraciones...que margen nos permite...
    como se puede valorar la calidad de un proyecto de manera objetiva
    Se pueden diferenciar los concursos de arquitectura por tipos???
    Ahí os dejo esta carnaza
    José Javier Quintana

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  8. Llegados a este punto Jorge, solo nos quedan dos cosas: O cerrar los estudios e irnos al manicomio, o seguir con nuestra locura hasta que aguantemos.
    Miguel Ángel Álvarez Pérez

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  9. Y si probamos a tener una asociación donde autoregularnos, desde la que poder negociar con las administraciones un modelo justo?????
    Jose Javier Quintana

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  10. Concursos de constructoras? De edificación imagino.
    Las obras grandes (>20 M€) se las reparten en el ministerio. Existen gabinetes especializados en realizar las presentaciones (técnicas) de las ofertas para las grandes constructoras. Las bajas son increíbles. Injustificables si has realizado un análisis pormenorizado del proyecto.
    Las obras tipo (entre 5 y 20 M€) nos presentamos no menos de 50 empresas.
    Si la baja media es (por ejemplo) de un 15% siempre habrá varios que llegarán al 20-25%, y aunque queden en temeraria puede que lo aleguen y ganen.
    Cada vez más el reparto es 60% técnica 30% económica 10% varios (genéricamente desde luego). Nos tenemos que batir el cuerpo para presentar ofertas técnicas muy trabajadas. Igualmente supone por proyecto 3 personas * 1 mes de trabajo + generalmente sacar a medir fuera la obra (1500€/obra).
    Para finalmente las obras se las lleve el local... ¡curioso!
    Fundamental presentarse en UTES para aportar valor añadido (localidad vs chauvinismo).
    Márgenes???? Respecto de estudio rara será la obra que no se vaya con una baja de 10%, y si te quedas con la obra... a apretar a las gremios en la subcontratación.
    Y no perder dinero en la estimación de indirectos.
    Reformados...? Una de las grandes vergüenzas. En muchas obras se daba por hecho que la Administración aceptaría un porcentaje, a veces casi ley no escrita, de contradictorios, y muchas empresas locales iban a la oferta con parte de ese "futurible". Esto ya no está pasando.

    Para conocer la calidad constructiva del proyecto no hay como poner precio a cada partida de un proyecto, medir cada partida de un proyecto, descubrir sus carencias para plantear reformados o explicarlos en la memoria técnica del concurso.

    En nuestra empresa estamos empezando a utilizar programas BIM para modelar el proyecto en fase de concurso: obtenemos un buen estado de mediciones del proyecto, lo controlamos, y obtenemos una documentación gráfica interesante para adjuntar a la memoria del concurso.

    Miguel Angel... hace 4 años me despedí como profesor contratado de una universidad porque me parecía inmoral seguir formando arquitectos como salían al mercado para que se los devorase el mercado. ¡Es inmoral! Es una carnicería y estamos locos no gritando algo más fuerte.

    Hay que buscar otros huecos de trabajo, simple. No se le puede hacer ascos a nada.
    Jorge Bustinza

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  11. Es que nadie va a parar esto?

    ¿Nos vamos a callar?

    El coste en horas (legales) de un concurso es de 10.000 euros.
    Si a un concurso nos presentamos 200, el coste para la profesión es de 2.000.000 de euros, ¿LO CUBREN LOS HONORARIOS?

    TODOS PERDEMOS EN ESTAS CONDICIONES

    AJAM

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  12. Y eso cuando los concursos tienen retribución económica.....que ahora está muy de moda el "llave en mano" directamente para constructoras
    Celia

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  13. Además en algunos concursos tienes q pagar por participar, las horas dedicadas, imprimir, el cartón pluma, el envío… a veces pienso q porlomenos podrían devolver los planos, tu dedicaste tiempo y dinero, y ellos no pueden poner un sello y enviártelo!

    El libro blanco de concursos está muy bien, si todos hicieran las bases sacadas de este... pero las varían a su gusto!!
    Si nos presentamos, estamos aceptando sus bases... pero si decimos, q nadie se presente a este pq sus bases no las debemos aceptar, habría algunos q aprovecharían q "nadie" va a presentarse para ganarlo.
    Es muy difícil controlar esto…

    ¿Y los concursos q dan 20 días de plazo para entregar desde q publican?

    Violeta

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  14. La Ley de Contratos del Sector Publico (LCSP) tampoco nos ayuda mucho:
    "Se elimina el concepto de baja temeraria , sustituyéndose por la
    necesaria proporcionalidad de las ofertas presentadas . Podrán incluirse
    en los pliegos aquellos criterios de aplicación para considerar una oferta
    como anormal o desproporcionada (incluyendo una baja máxima admitida
    sobre el precio de licitación)."
    Seguro que ya habeis visto concursos donde el precio ofertado es más del 50% de la puntuación...y se establecen o NO! criterios de baja temeraria (un 20% por debajo de la media, se suele especificar)
    En los procedimientos NEGOCIADOS: en los que se invita solo a unos candidatos y se trat directamente con ellos, se elevael umbral para contratos de servicios (PROYECTOS) hasto los 500.000 euros de honorarios... y esos son muchos proyecto sy mucho dinero.
    En definitiva la Administración quiere subirse al carro de la Liberalización de Precios y bajarse de el de la Calidad, la Adjudicación Democratica....
    Nuestros COA y CSCOA callan otra vez!
    José Miguel Macanás

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  15. El aplicar los criterios de valoración para juzgar las propuestas presentadas es muy subjetivo + el resultado puede ser impredecible. Yo tab he hecho varios concursos en alguno he quedado en las puertas..seguira habiendo convocatorias y proyectos adjudicados pienso que el invertir tu tiempo en la redacción de un ante proyecto o en ocasionas casi proyecto basico no se tiene para nada en cuenta ni si quiera se agradece..minimo una carta de agradecimiento por haber participado, no?

    Una cosa que creo que seria si exisistiera la posibilidad de hacer un debate y exposición de los proyectos finalistas de los concursos. Pienso que si esas conferencias se produjeran serian muy productivas y didácticas para todos los arquitectos que pudieran asistir y se vieran involucrados en los proyectos para tomar nota de toda la lluvia de opiniones, tomar nuestras propias conclusiones y así poder enriquecer y mejorar las estrategias proyectuales para próximos concursos.

    Estube hace unos dias en la OCAM viendo la expusición del concurso de ideas para el edificio de "Gestión y
    Recursos para el Deporte de Leganés” y la verdad me pareció bastante interesante en el hecho de observar que como estan los proyectos colocados en orden en algunos lugares de posiciones intermedias habian propuestas de calidad y que a mi parecer podrian substituir a otras que estaban a primeras filas. Hable con Paloma Gómez Marín y le propuse el tema de las conferencias, ella me comento que ya se ha intentado con otros concursos y que no ha habido mucho exito en la audiencia. Tambien me comento que no se iba a hacer la publicación en la edicion que suelen hacer en este tipo de concursos sobre las propuestas presentadas por que el Ayuntamiento de Leganés no lo financiaba. (Es lógico en el sentido de que encima quedara impreso en un libro y a espensas de evaluación pública los pedazos de proyectos que han quedado fuera de la adjudicación).

    Espero que en mi nombre y en los intereses de todos los arquitectos que intervinen en concursos como los que participen en futuros que los organimos públicos o privados convocantes tengan un poquito de consideración en ese volumen de esfuerzo y trabajo invertido en los mismos.

    Recibid un cordial saludo y agradecido por vuestra atención.

    José María Carrill

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  16. Por desgracia, y de acuerdo a mi experiencia, los concursos son una excusa para respaldar al funcionario o político de turno.
    En su mayoría no gana el mejor desde el punto de vista técnico, pero es muy fácil adecuar los baremos de puntuación para que salga el que quiere el funcionario o politico de turno.

    No digo que sea corrupción... El funcionario o político de turno no quiere problemas, así que se va a aquello de malo conocido; aunque también a veces se vaya al conocido malo. ¿Os acordáis de la vergüenza del concurso de ampliación del Prado?

    ¿Por qué Moneo? para que en los momentos de conflicto el funcionario o político de turno pudiera decir: "lo está haciendo Moneo, así que no tienen sentido las protestas".

    Resumen: El concurso (algunos no) es un sistema perverso, derroche de horas de trabajo y esfuerzo que no garantiza la calidad, sino la excusa del funcionario o político de turno...
    Diselabia

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  17. No estoy en absoluto de acuerdo. Eso es absolutamente FALSO. No niego que haya algunos concursos amañados, de hecho varias veces lo he sufrido en mis propias carnes, pero hay muchísimos que no lo están. Y lo digo con mucho conociemiento de causa porque llevo casi 12 años dedicandome a esto y he ganado muchos y ningunolo ha estado.
    Las cosas no son perfectas y pueden y deben mejorar muchísimo, pero tampoco todo es un desastre, y si decimos lo malo hay que decir lo bueno
    Juan Manuel

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  18. Algunes opinions (podcasts) a les "xarxes d'opinió" del FAD:

    http://fad.cat/xarxesopinio/?p=1403

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